No menos de seis meses dura la expedición del documento, mientras aerolíneas suspenden frecuencias.
José Loreto consiguió dos entradas para el
Mundial de fútbol en el sorteo de ventas. Le tocó un partido que no le
importaba demasiado (Camerún-Croacia, de la primera ronda), pero estaba
emocionado de que por primera vez iría a una Copa Mundo.
Su pasaporte expiraba en abril, por lo que
comenzó rápido el trámite, pidió su cita electrónica la primera semana
de enero y se la dieron para el 31 de ese mes, día en que llevó los
recaudos con la esperanza de tener el documento a tiempo.
Se dijo que sería “el colmo” que no lo
tuvieran listo para el día del juego, el 18 de junio, pero el colmo
sucedió: le dieron el pasaporte el 4 de julio. No fue al Mundial y
perdió el dinero de las entradas porque no pudo revenderlas.
Según lo establecido por el Servicio Autónomo
de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), la gestión y entrega
de pasaportes no debe exceder los 45 días, pero desde hace al menos un
año el servicio sufre de una ralentización tal que ha llevado este
tiempo a seis meses o más.
Cada mañana crecen las filas de solicitantes y
de quienes retiran, cada uno con historias de pérdidas de vuelos o de
becas, negocios congelados y reuniones suspendidas porque no pudieron
viajar. “Por lo menos, las aerolíneas están siendo un poco
comprensivas”, considera Ezequiel Gómez, a punto de retirar su pasaporte
tras varios meses de espera.
“Yo tenía comprado el boleto desde el año pasado, pero nunca pensé que se tardarían tanto y perdí el vuelo.
“Yo tenía comprado el boleto desde el año pasado, pero nunca pensé que se tardarían tanto y perdí el vuelo.
Afortunadamente me reembolsaron el dinero, pero me perdí el reencuentro familiar que tenía en Miami en junio”, agregó.
Lo de los vuelos es otra historia, pues ha
disminuido hasta la mitad la disponibilidad de asientos para viajes
internacionales porque el gobierno no les paga a las aerolíneas.
Venezuela ha perdido más de 150 frecuencias internacionales semanales. La deuda del gobierno con las operadoras aéreas asciende a 4.200 millones de dólares.
Venezuela ha perdido más de 150 frecuencias internacionales semanales. La deuda del gobierno con las operadoras aéreas asciende a 4.200 millones de dólares.
El negocio de los gestores
Tramitar un pasaporte en Venezuela es
sencillo. A través del sitio web del Saime se gestiona electrónicamente
una cita, que el sistema debe asignar de inmediato y a la cual se tiene
que acudir con ciertos recaudos y el pago de una tasa.
Luego toca esperar, pero a través de internet
se puede verificar el estatus de la elaboración del documento, que
consta de trece pasos. La mayoría de la gente comienza a ver retraso en
el paso ‘pasaporte impreso’, por lo que tienden a hacerse eco de una
explicación que hace tiempo es muy común: “No hay material”.
Esta razón se la confirmó a EL TIEMPO una
empleada del Saime que prefiere mantener el anonimato. “Hemos tenido
problemas con los suministros, el papel y los plásticos, pero en este
momento se están solventando. Lo que sí hemos tenido más de la cuenta
son problemas de impresión. A veces los pasaportes salen con algún error
y hay que reimprimirlos, o salen en blanco y debemos hacerlos de
nuevo”.
Oficial y públicamente, la explicación al
problema es la “acumulación” de solicitudes durante los dos últimos años
y la promesa de que las cosas mejorarán. En declaraciones esta semana,
el director del Saime, Juan Carlos Dugarte, aseguró que ese despacho
esperaba romper el récord de impresión de pasaportes y llegar a los tres
millones este año. “Estamos en mejor situación que hace un año”,
aseguró, aunque a comienzos del 2013 podía sacarse el pasaporte en mes y
medio, máximo dos.
La urgencia con la que mucha gente necesita el
pasaporte ha potenciado el surgimiento de grupos que lo sacan por
debajo de la mesa. Algunos, con total desenfado, ofrecen sus servicios
incluso por Twitter. La promesa básica es que con 12.000 bolívares
(1.900 dólares al cambio oficial o 170 al cambio del dólar negro) se
puede tener la cita en una semana, y el pasaporte en dos.
Al primer intento telefónico, la respuesta es:
“Solo saca tu nombre de usuario y la clave en la página del Saime y en
dos semanas estamos listos, mi reina. La cita son 9.000 y el pasaporte,
otros 9.000, pero te lo dejo en un combo a 12.000. Me pagas la mitad, me
mandas el voucher de la transferencia por correo electrónico y listo,
procedemos”.
Facundo Armada estuvo tan desesperado –tenía
pasaje para ver a su nieto recién nacido y estaba a punto de perderlo–
que contactó a otro que le cobraba 14.000 bolívares (2.222 dólares
oficiales, 200 negros), pero al final le dio indignación pagarlos. “Fui a
la oficina central del Saime tres días antes de mi viaje y les dije que
respetaran mis canas, que tengo 70 años; ya había llevado cartas,
suplicado. Alguien me escuchó y me ayudó. Tuve el pasaporte justo antes
de irme, pero no pagué”.
Aun así, los venezolanos siguen acudiendo
masivamente a las oficinas del Saime. “Yo me devuelvo a Colombia”, dice
Damaris Barrera, original de Cartagena y con 35 años en Caracas. Lleva
cuatro meses esperando el documento porque no quiere perder el vínculo.
“Dejo una hija acá y al menos con el pasaporte la podré visitar con
comodidad”.
El drama generado a partir de la demora en la
entrega de los pasaportes también afecta a los venezolanos radicados en
otros países. En Bogotá, por ejemplo, son varios los ciudadanos que
llevan en este trámite más de cinco meses.
Es el caso de Zita Bendahan, una joven odontóloga y docente que se radicó hace tres años en Bogotá, y tenía la costumbre de visitar a sus familiares en Venezuela en junio y diciembre, todos los años. A Bendahan su pasaporte se le vence el próximo 21 de julio, y desde enero de 2014 acudió para renovar este documento. Seis meses después no ha recibido ninguna respuesta concreta ni el documento renovado. “Lo único que me dicen es que no hay material para su elaboración y que debo esperar”, afirmó. Este medio trató de contactar varias veces al embajador de Venezuela en Bogotá, pero su asistente aseguró que estaba de viaje y no podía responder.
Es el caso de Zita Bendahan, una joven odontóloga y docente que se radicó hace tres años en Bogotá, y tenía la costumbre de visitar a sus familiares en Venezuela en junio y diciembre, todos los años. A Bendahan su pasaporte se le vence el próximo 21 de julio, y desde enero de 2014 acudió para renovar este documento. Seis meses después no ha recibido ninguna respuesta concreta ni el documento renovado. “Lo único que me dicen es que no hay material para su elaboración y que debo esperar”, afirmó. Este medio trató de contactar varias veces al embajador de Venezuela en Bogotá, pero su asistente aseguró que estaba de viaje y no podía responder.
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